Poesía en
beige
a tono impersonal.
A lo
que me refiero con esa categorización, es al tono, a la frecuencia que transito
en la mayoría de los textos que se diferencia bastante de esta serie. La
mayoría pasaron por una clínica de poesía y fueron modificados, corregidos… así
quedaron:
A pequeños pasos entre los monstruos de
saliva avanza mi cuerpo.
Lo absurdo del tiempo sobre que
decir.
La lluvia formando cascadas en
la ingle.
Me confundo:
Encierro dos toros
que no se conocen
y los toros se atacan.
Voy
por un
campo nulo
Aquí
no hay animales ni sonido.
No
cazo para comer
Cazo
porque soy fuerte.
Mi
escopeta lleva un lazo perfumado,
No
me pregunto por qué la tempestad abunda en mi memoria,
Solo
disparo y busco al insecto que luego enfrasco.
Hacia
el centro una voz vertiginosa.
Un
discurso dominante que parece expandirse
en
tanto y en cuanto es dicho por alguien más.
(Alguien más)
La
polaridad de la mirada seria y la mirada brillante.
O
los halos enfadados.
O
los pozos de mimbre.
/
Tu
ciudad está sostenida con mi cuerpo.
Y
es un gran esfuerzo concentrarme para no morir.
Dile
a tus calles que ya no se erijan desde
mis músculos,
y
dile a tus aeropuertos que soy franca en mi decisión de descansar.
Ya
no quiero me derriben tus arboles
californianos.
O
que me pisen tus trenes.
Ocurre
con un helado
la
espera.
Ocurre
que se silba en do
al
helado exacto.
al
sabor que anilla al paladar.
Veo los ojos de Ulises,
el helado le da amor.
En cada cucharada
me reconozco ilusa:
Detrás de los vidrios
la ciudad y sus ojos desesperados.
Las arrugas y la oscuridad ajada
del sol.
Ulises
toma poco a poco el helado que
decidimos.
En
la mirada del tiempo
una
suma de tentaciones
para
las que no soy bienvenida.
Lo
que sí. Lo que no.
La
primavera trajo consigo
los
ojos de crema helada.
Las
palomas de la plaza
despachadas
por dos aguiluchas.
El helado es de dulce de leche.
El cucurucho grueso y enrejado para
que nada se pierda.
La cuchara amarilla quedó esperando
su turno en la mesa.
En la heladería no hay wi-fi
ni diarios, entonces nos miramos.
Disfrutamos
de la tarde.
Las
bolsas de nylon pasan con manos que las llevan.
Un
triangulo del material de cucurucho
hace
las veces de palita.
Juntamos
amorosos años,
juntamos
la sangre de un niño y su madre
nos
amamos a través una palita que logramos partir en tres triángulos.
Queda poquito helado y me lo das
para que lo termine
yo hacía lo mismo, lo mismo.
Con ese dolor de panza de la crema
Grido
me pedís agua y nos vamos a la
plaza.
Por
la mañana
Arboles blancos
Secos de sal.
La arena real bajo
los pies.
El sol
transparentando
nuestros brillos.
Allí no tengo pasado
Renací sin pliegues
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