lunedì 12 novembre 2012


Poesía   en   beige

a tono impersonal.

A lo que me refiero con esa categorización, es al tono, a la frecuencia que transito en la mayoría de los textos que se diferencia bastante de esta serie. La mayoría pasaron por una clínica de poesía y fueron modificados, corregidos… así quedaron:



A pequeños pasos entre los monstruos de saliva avanza mi cuerpo.
Lo absurdo del tiempo sobre que decir.
La lluvia formando cascadas en la ingle.
Me confundo:
Encierro dos toros
que no se conocen
y los toros se atacan.












Voy  por  un  campo nulo
Aquí no hay animales  ni sonido.
No cazo para comer
Cazo porque soy fuerte.
Mi escopeta lleva un lazo perfumado,
No me pregunto por qué la tempestad abunda en mi memoria,
Solo disparo y busco al insecto que luego enfrasco.









Hacia el centro una voz vertiginosa.
Un discurso dominante que parece expandirse
en tanto y en cuanto es dicho por alguien más.                                             (Alguien más)
La polaridad de la mirada seria y la mirada brillante.
O los halos enfadados.
O los pozos de mimbre.


/


Tu ciudad está sostenida con mi cuerpo.
Y es un gran esfuerzo concentrarme para no morir.
Dile  a tus calles que ya no se erijan desde mis músculos,
y dile a tus aeropuertos que soy franca en mi decisión de descansar.
Ya no quiero me  derriben tus arboles californianos.
O que me pisen tus trenes.









Ocurre con un helado
la espera.
Ocurre que se silba en do
al helado exacto.
al sabor que anilla al paladar.

 Veo los ojos de Ulises,
el helado le da amor.
En cada cucharada
me reconozco ilusa:
Detrás de los vidrios
 la ciudad y sus ojos desesperados.
Las arrugas y la oscuridad ajada del sol.

Ulises toma poco a poco  el helado que decidimos.
En la mirada del tiempo
una suma de tentaciones
para las que no soy bienvenida.
Lo que sí. Lo que no.







La primavera trajo consigo
los ojos de crema helada.
Las palomas de la plaza
despachadas por dos aguiluchas.
El helado es de dulce de leche.
El cucurucho grueso y enrejado para que nada se pierda.
La cuchara amarilla quedó esperando su turno en la mesa.
En la heladería no hay wi-fi
ni diarios, entonces nos miramos.
Disfrutamos de la tarde.
Las bolsas de nylon pasan con manos que las llevan.
Un triangulo del material de cucurucho
hace las veces de palita.
Juntamos amorosos años,
juntamos la sangre de un niño y su madre
nos amamos a través una palita que logramos partir en tres triángulos.


Queda poquito helado y me lo das para que lo termine
yo hacía lo mismo, lo mismo.
Con ese dolor de panza de la crema Grido
me pedís agua y nos vamos a la plaza.


                                                




    Por la mañana

Arboles blancos
                       Secos de sal.
                                           La arena real bajo los pies.
                                                                                 El sol transparentando
                                                                                                                                               nuestros brillos.


                                   
Allí no tengo pasado
Renací sin pliegues









Nessun commento:

Posta un commento