lunedì 12 novembre 2012




Fragmentos de: Aislación

Novela conformada de micro relatos, poesía y descripciones sin forma.


Una mujer viaja a Banjhio, allí conoce a un grupo de personas de diferentes partes del mundo. Tras varios viajes internos y externos,  en grupo deciden refugiarse en el sur de África.






Amor:

En mis días de ébano
puedo creerme ese artilugio
de verte desaparecer en líquido.





                     

Lluvia en Banjhio

(…)
Una tarde de muchísima lluvia en Banjhio me quedé cerca del balcón a contemplar el paisaje durante varias horas. Justo al frente del departamento en el que vivíamos había una casa de comidas populares de la región, el cartel del restaurant estaba hecho en amarillo y rojo y tres de los laterales se encendían arbitrariamente. Sus vidrieras estaban casi siempre llenas de bicicletas y carritos de niños, el toldo verdoso que cubría parte de la vereda, ya desteñido por el sol y por la lluvia, temblaba cada tanto como un anciano cansado de tanto detener las gotas. La gente se quedaba parada y en silencio esperando que el agua cese. Las mujeres ponían sus carteras debajo de los pilotines y salían lentamente a la aventura que significaba andar por las calles de Banjhio cuando llovía; Algunas de ellas caminaban descalzas y otras con la resignación del zapato mojado. Se las veía alejarse cuadra tras cuadra hasta que se perdían en la bruma acuática. En cambio los hombres por alguna razón que aún desconozco no se animaban a mojarse; solo cuando el aguacero se transformaba en pequeña llovizna buscaban su bicicleta y llevándola al costado del cuerpo iban pegaditos a la pared el espectáculo era colorido. Las manchas que eran sus ropas desde arriba convertían el plano en una celebración. Los tonos cálidos por sobre el asfalto, destellantes entre la electricidad del cuerpo vivo me estremecían, me daba ganas de seguirlos y ver sus llegadas al hogar. Té… humo.
(…)

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