Fragmentos de:
Aislación
Novela
conformada de micro relatos, poesía y descripciones sin forma.
Una mujer viaja a Banjhio, allí conoce a un grupo
de personas de diferentes partes del mundo. Tras varios viajes internos y
externos, en grupo deciden refugiarse en
el sur de África.
Amor:
En mis días de ébano
puedo creerme ese artilugio
de verte desaparecer en
líquido.
Lluvia en
Banjhio
(…)
Una tarde de muchísima lluvia
en Banjhio me quedé cerca del balcón a contemplar el paisaje durante varias
horas. Justo al frente del departamento en el que vivíamos había una casa de
comidas populares de la región, el cartel del restaurant estaba hecho en
amarillo y rojo y tres de los laterales se encendían arbitrariamente. Sus
vidrieras estaban casi siempre llenas de bicicletas y carritos de niños, el
toldo verdoso que cubría parte de la vereda, ya desteñido por el sol y por la lluvia,
temblaba cada tanto como un anciano cansado de tanto detener las gotas. La
gente se quedaba parada y en silencio esperando que el agua cese. Las mujeres
ponían sus carteras debajo de los pilotines y salían lentamente a la aventura
que significaba andar por las calles de Banjhio cuando llovía; Algunas de ellas
caminaban descalzas y otras con la resignación del zapato mojado. Se las veía
alejarse cuadra tras cuadra hasta que se perdían en la bruma acuática. En
cambio los hombres por alguna razón que aún desconozco no se animaban a
mojarse; solo cuando el aguacero se transformaba en pequeña llovizna buscaban
su bicicleta y llevándola al costado del cuerpo iban pegaditos a la pared el
espectáculo era colorido. Las manchas que eran sus ropas desde arriba convertían
el plano en una celebración. Los tonos cálidos por sobre el asfalto,
destellantes entre la electricidad del cuerpo vivo me estremecían, me daba
ganas de seguirlos y ver sus llegadas al hogar. Té… humo.
(…)
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