Pulsión
La carretilla no funcionó y
entonces el hombre se tuvo que poner a pensar de qué manera trasladaría los
escombros. Se sentó al costado del camino y encendió un cigarrillo, el sol le
daba intensamente en la cabeza y dificultaba los pensamientos. Así y todo decidió utilizar
los elementos que le brindaba la naturaleza para arreglar las ruedas de manera
rudimentaria. Encontró dos palos gruesos y fuertes y una roca mediana que le
serviría de martillo, solo faltaba definir como ataría la rueda. El paisaje
agreste no le proporcionaba lianas ni pastos largos. Tendría que sacar de sí, y utilizó un cinto
maltrecho, por lo que tuvo que doblar de forma extravagante y frágil su
pantalón. Le llevó dos horas hacerlo, luego se paró cerca de su compostura y respiro. Tomó los
agarres de a carretilla y puso a prueba el aparato. Vio que funcionaba y que
poco a poco avanzaba en el camino que había sentido interminable. Tiempo después estaba en el pueblo tomando
una cerveza con sus amigos que eran tan borrachos como él y que al igual que él
estacionaban sus carretillas en la veredita del bar.
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